El libro “Manos, fibras y artesanos: Historia y formas del bordado en el occidente peninsular y práctica local en Malpartida de Plasencia” fue presentado por su autora Rosario Serrano en el "Espacio UEx" el 28 mayo de 2024
Palabras de la autora Rosario Serrano en la presentación de su libro “Manos, fibras y artesanos: Historia y formas del bordado en el occidente peninsular y práctica local en Malpartida de Plasencia”
Buenos días: Me siento encantada de compartir mesa con vosotros que habéis iniciado este acto. Quiero agradecer a mi familia y amigos que me acompañáis esta mañana en la presentación del libro “Manos fibras y artesanos “.
Quiero que llegue de forma cariñosa, mi agradecimiento a todos los que me habéis ayudado para que este libro salga a la luz: Universidad de Extremadura, Asociación Adaegina que premió este trabajo en el 2019, a Juan Valadés por su buen hacer en las correcciones, los trabajadores de la Imprenta Tomás Rodríguez, Josefina Serván, Manuel, María Jesús, y alguno que ya no está. Gracias. Gracias.
Hoy es un día importante de celebración para mí, es un sueño estar aquí a mis ochenta años rodeada de intelectuales y gente que quiero, en un lugar de saberes donde una persona muy querida: mi hermano y amigos se examinaban para obtener la carrera de Magisterio.
Nací en Malpartida de Plasencia, chinata. Mi infancia se desarrolló entre juegos, mandiles y bordados. Desde pequeña me sentaba en el patio o en la puerta de casa con mi madre y mis tías a escuchar historias que contaban de la guerra, luto y ajuares. En los veranos, asistía al taller de tía Perfecta, ella me enseñó a bordar. Este es el germen de la investigación que nos trae hoy aquí.
Siempre he sentido admiración y una enorme curiosidad por saber cómo estaban realizadas estas labores que veía en casa o a mí alrededor, sobre costales de trigo con grandes iniciales, cepillera donde se colgaban los cepillos y el peine, la faltriquera de sobrepuesto en el traje típico de antigua o aquellas colchas y mantelerías que las familias bordaban en cadena desde niñas hasta las abuelas para empresas de Lagartera. Este mundo me fascinaba.
Cuando mis hijos fueron pequeños dejé las labores para dedicarme a ellos. Se me ocurrió pedir a mis conocidas que me prestaran sus ajuares para organizar una exposición en el salón del baile Villa Flores de Malpartida (los que estáis aquí seguro recordáis). Han pasado 50 años de aquella muestra de artesanía, que junto con Vicente Manzano conseguimos colocar, él con sus dibujos y un bonito cartel que hizo para la exposición. En esa exposición pudimos observar esas sábanas de lino bordadas de los primeros talleres de Malpartida con hilo de seda, deshilados, toallas y paños con una perfección difícil de replicar.
La mejor pieza de la dote para embellecer la cama de novia es la sábana buena. Como todos sabemos, cumple su función en las etapas de la vida: el descanso, el deseo, el nacimiento, enfermedad y muerte. La sábana era la pieza principal en los ajuares. Su elaboración llenaba las horas en intimidad.
Y ahora imaginen una sábana: Comienzo con el nombre de la novia, primera letra capital en forma caligráfica, copiada de manuscritos. Comienzo con la M, de Máxima, mi madre, bordado al matiz con técnica de puntadas pequeñas imitando la piel. Adornamos con bodoques, que son pequeños círculos pespunteados como si fueran besos o lágrimas. Rellenamos nuestra imaginación con ojetes a modo de círculos calados que representan ojos para mirar lo hermoso que las rodeaba, y el gusto por la vida.
Sirve de inspiración la naturaleza: árboles, flores, pájaros, roleos figuras geométricas, llenando de color y brillo con hilos de seda y algodón a unas telas listas para ser observadas y guardadas como tesoros. La sábana, se remataba con encajes de ganchillo o bolillos, realizado por expertas bolilleras que movían las manos con gracia el repicoteo de palillos hechos de madera de naranjo, consiguiendo una melodía muy familiar.
Terminada la sábana, dos chicas del taller la llevaban en un cesto de mimbre colocada para que se viese el bordado en casa de la novia por las calles del pueblo, para admiración de las mujeres que estaban sentadas en la resolana haciendo calceta o picos. La colocaban en la cama de la novia para mostrarla con todo el ajuar a vecinas y amigas días antes de la boda, donde se preparaba el convite para la víspera. Las mujeres mayores del pueblo cantaban las alboradas. La boda duraba tres días de fiesta: víspera, casamiento y tornaboda.
Una de las estrofas de las alboradas dice:
ALLÍ TE PONDRÁN EL VELO
QUEDANDO LOS DOS UNIDOS
MIRA QUE ES CRUZ MUY PESADA
SIENDO DE TULES TAN FINOS.
Todas las labores bordadas tienen como destino la necesidad de embellecer. Viene al pelo lo que dice Luís Mateos, reciente premio Cervantes: “Cuando las costumbres las hizo innecesarias, ya las borró el destino , mantienen la dignidad de lo que fue útil que es siempre una dignidad costosa y honorable”.
La información que aparece en este libro está recogida, en su mayoría, de la transmisión oral, he visitado muchas casas y me han abierto sus baúles llenos de ajuares, tomaba notas y hacíamos fotografías. También he consultado en bibliotecas los libros sobre el tema. Aunque mi desconocimiento de idiomas me ha frenado abrir el campo a otros lugares. He podido visitar muchos museos y colecciones que no están abiertas al público como la importante Colección Pedagógica Textil de dechados en la Universidad Complutense de Madrid, o la Colección de bordados del Museo de Guadalupe. Vaya mi agradecimiento a las bordadoras y bordadores de vida contemplativa consagradas al recogimiento y oración que han ocupado sus horas en elaborar bordados eruditos.
También a bordadoras y costureras que han sido un referente marcando la vida del pueblo en este trabajo, nos dejaron sus conocimientos que sobresalen por la repercusión que tuvo en su época de esplendor pasando a la historia por la calidad de sus tejidos naturales, lino, lana, seda y algodón.
Estas bordadoras que hicieron del bordado un oficio tenían amor a lo que hacían, a su tierra y su gente. Contribuían a la economía familiar, el trabajo era mañana y tarde. Se liberaban de trabajar en las faenas duras del campo.
Ellas, con su mandil o delantal era la prenda imprescindible en el atuendo femenino, para el trabajo, o la fiesta. Lo llevaban atado a la cintura para proteger la pieza que estaban bordando y al terminar la tarea del día se cubría el tambor con el mandil de tela reciclada y decolorado por el uso, para cuidar la pieza a bordar.
En el apartado de tejidos, podéis ver una colección de pequeños trazos de telas. De pequeña, recuerdo que guardaba en una caja de zapatos recortes de telas estampados o algún trozo con bordado para vestir a las muñecas que hacíamos de trapo. No ha sido la costura de confección lo que me ha atraído, pero si, todo lo que tiene relación como decorar telas, estampadas o bordadas. Las muestras de tejido que incorporo en el trabajo, son el fruto de años guardando algún trozo de vestido que me hacía la modista, recortes de camisa que confeccionaba mi madre a mi padre, o telas que me decían algo por el diseño , textura o color, sigo guardando trozos de tela, no se la utilidad en el momento pero siempre tienen salida para alguna cosa .
Sigue mi interés por la investigación y aprender lo que la vida me ofrece estos últimos años como ha sido la Universidad de mayores en la sede de Plasencia, lugar de aprendizaje y socialización aportándome conocimientos en diversas materias. Al Museo Pérez Enciso de Plasencia, viendo cada viernes los bordados y los visitantes que aportan lo que saben del tema en su lugar de origen.
Termino con una de las estrofas de las alboradas.
Si es aquí o no es aquí
Si es aquí, no vengo herrada
Como soy forasterita del amor vengo turbada.
Espero que este trabajo sea de interés para todas las personas que deseen adentrarse en el mundo del bordado.
Gracias a todos por escucharme.
Rosario Serrano Serrano
28 de mayo 2023